lunes, 26 de noviembre de 2007

el buscador



"El que yo definiría como un buscador...
Un buscador es alguien que busca; no necesariamente alguien que encuentra.
Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.
Un día, un buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Habíasta es la historia de un hombre al aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo dejó todo y partió.
Después de dos dias de marcha por los polvorientos camios, divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. La rodeaba por completo una especie de pequeña valla de madera lustrada.
Un portezuela de bronce lo invitaba a entrar.
De pronto, sintió que olv¡daba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquel lugar.
El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como el azar, entre los árboles.
Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquel paraiso multicolor.
Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras:
“Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”
Se sobrecgió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra; era una lápida.
Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquel lugar.
Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía:
“Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”
El buscador se sintió terriblemente conmocionado.
Aquel hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra era una tumba.
Una por una, empezó a leer las lápidas.
Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.
Pero lo que le conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años...
Embargado por un dolor terrible,se sentó y se puso a llorar.
El cuiddor del cementerio pasó por allí y se acercó.
Lo miró durante un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
-No, por ningún familiar –dijo el buscador- .¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños?
El anciano sonrió y dijo:
-Puede usted serenarse. No hay maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré...:
“Cuado un joven cumple qunce años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que la cuelgue al cuello. Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfuta intensamente algo, abra la libreta y anote en ella:
A la izquierda, qué fue lo disfrutado.
A la derecha; cuánto tiempo duró el gozo.
Conoció a su novia y se enmoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semna? ¿Dos? ¿Tres semanas y media...?
Y después, la emoción del primer beso...¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?
¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo...?
¿Y la boda de los amigos?
¿Y el viaje más deseado?
¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?
¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones? ¿Hoars? ¿Días?
Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos...Cada momento.
Cuando alquien se muera,
es nuestra costumbre
abrir su libreta
y sumar el tiempo de lo disfrutado
para escribirlo en su tumba.
Porque ése es para nosotros
el único y verdadero TIEMPO VIVIDO “
Jorge Bucay

5 comentarios:

Anónimo dijo...

qué bueno...me ha encantado....es para colgarselo en la cabecera de la cama y leerlo cada dia....Precioso

Lola dijo...

Gracias guapa...me pareció increible por eso lo traigo hasta aqui...

Carlota dijo...

jjaaaaa, me parto... como otra que yo me sé. Oye, conste que el otro día encontré el libro que me citaste, Lola, y leí El buscador, que no recordaba, y recordé. Precioso, y como dice Circe, para colgar en la cabecera de la cama, o en la puerta de la nevera. Unbeso.

Kiri dijo...

Alguien necesita un psiquiatra por aquí? Besos.

Lola dijo...

Joeeeer....(ups, me delato) menos mal que no viene nadie.....jajajaj..
Querida Carlota...hacé caso a la Circe que es re-linda y sabé muy bien lo que dice...Ah! y tené cuidado de dónde colgás al cuento...no te vaya a dar en la cabeza....

Hola amiga Kiri, bienvenida vos también a mi blog...ya vi su anterior comentario pero la comento aquí no más....Y vos...y vos me está disiendo a mí que necesito un psiquiatra...Pucha!! lo que hay que oir!!...Ah! quizás lo diga por su amiga Carlota...en fin...espero que no se moleste vos...